PAÍS POEMA

Autores

francisco brines

aceptación en la terraza
Saliste a la terraza / pensando que la brisa de la noche / podría devolverte al que eres siempre. / Mas la tibieza que en tu cuarto había / era un ámbito allí, bajo la calma / de alejada
amor en agrigento
Es la hora del regreso de las cosas, / cuando el campo y el mar se cubren de una sombra lenta / y los templos se desvanecen, foscos, en el espacio; / tiemblan mis pasos en esta isla
balcón en sombra
Pudo ser un repentino brillo de los ojos, / el casi imperceptible movimiento de una mano, / o el dulce quiebro de la voz, advirtiendo / que ha llegado a los labios nuevo fuego, / o tam
causa del amor
Cuando me han preguntado la causa de mi amor / yo nunca he respondido: Ya conocéis su gran belleza. / (Y aún es posible que existan rostros más hermosos.) / Ni tampoco he descrito la
con frío
Cuando he llegado a casa, desde el cielo / iba cayendo mucha lluvia, suaves / son las primeras lluvias del otoño. / Largo tiempo he asistido a su caída / sobre la tierra, sobre mis rec
de «el barranco de los pájaros»
I / Delante estaba el monte, la mañana / buscaba con su luz el acto viejo / de hallar el mundo en ella, más arriba / la cumbre. Se verían los lejanos / caminos y las casas, otros montes,
despedida de un cuerpo
La ciudad se confunde con el campo / bajo la luz de las estrellas. Andas, / penetras en el frío descampado, / y aún flameas la mano. Muy oscuro / es el silencio que se posa firme / sobre
después de la infancia
I / Al terminar los juegos / nos quedábamos todos tan cansados / que se olvidaban de mi corto nombre. / Me retiraba entonces de la casa / al secreto lugar. / Allí se oscurecía la arboleda,
el reloj y la muerte
Lento voy con la tarde / meditando un recuerdo / de mi vida, ya solo / y para siempre mío. / Y en el ciprés, que es muerte, / reclino el cuerpo, miro / la superficie blanca / de los muros, y
elca
Ya todo es flor: las rosas / aroman el camino. / Y allí pasea el aire, / se estaciona la luz, / y roza mi mirada / la luz, la flor, el aire. / Porque todo va al mar: / y larga sombra cae / de
elegía a m. b.
No salvo tu continuidad, / la unidad de tu ser / que fue tan vigorosa. / Y me esfuerzo. / Salvo, en la red, algún pecio / informe, / fragmentario, / aunque no más que el mío, / cuando quiero s
en la república de platón
Recuerdo que aquel día la luz caía envejecida / en los fértiles valles extranjeros, / contemplada, desde la cumbre del mediano monte, / por mis ojos cansados. / Los guerreros de mayor
en un mismo espejo
La luz se ha retirado del espacio, / y en la nieve se queda. Las montañas / dejan caer sus fatigadas sombras / en los valles. Y alguna llama late, / tan lejana y tan débil en la altura
encuentro en la plaza
Estaban en la plaza, rodeados / por la luz inclinada de la tarde, / cerca de las estatuas. / Los jóvenes, tendidos junto al muro, / sumíanse en el tiempo. / Y él se sentó debajo de los a
este reino, la tierra
No importa que el amor / ya esté caído, / con tanto daño encima. / Ni que el tiempo, ese fuego, / se te quede / detrás de ti humeando. / Sabes que este es su reino. / Tampoco lo amas más / si,
junto a la mesa se ha quedado solo
Junto a la mesa se ha quedado solo, / debajo de las vigas, en penumbra / los muros. Los naranjos arden fuera / de luz, y el mar de velas blancas, suben / encendidos los pinos por el mo
la mano del poeta (cernuda)
I / Y recordé la mano muerta de la muchacha egipcia, / tras el cristal expuesta, en el vario y caótico museo de la ciudad, / contemplada por los turbados ojos de aquel niño / y por mí,
la rendija en la sombra
Ya está todo dispuesto, / hay un reloj que marca detenidas / las doce no solares, / la casa está vacía y no hay valija ya que prevenir; / en la estación la niebla aleja aún más / el silb
la sombra de la tierra va creciendo
La sombra de la tierra va creciendo, / sube los aires, y la noche queda / sobre el alto tejado de la casa. / Se ensombrece el naranjo, y azahares / huelen por el desván, pesan los muro
la sombra rasgada
¿Pero cómo saber, sin la mirada, / la hermosura del bosque, la grandeza del mar? / El bosque estaba tras de mí; lo conocían / mis oídos: el rumor de sus hojas, / la confusión del canto
la vieja ley
Ama la tierra el hombre / con gran fuerza, / por una ciega ley del corazón. / Todos los hombres saben / que un día han de llorar / de amor por ella. / La ley del corazón es la ley mía, / y e
ladridos jadeantes en el césped
Ladridos jadeantes en el césped / le hacen mirar, con el calor el día / va rodando a su fin, y de las rosas / sube un olor y una inquietud constantes. / En el silencio rueda la alegría
le detuvo la noche
Le detuvo la noche, / la transparente oscuridad del cielo / caía en la colina. / Sintió en el pecho el bosque, / la fuerza incontenible de su altura, / y el paso de la sangre. / El hombre
mere road
Todos los días pasan, / y yo los reconozco. Cuando la tarde se hace oscura, / con su calzado y ropa deportivos, / yo ya conozco a cada uno de ellos, mientras suben en grupos / o aislad
mi resumen
«Como si nada hubiera sucedido.» / Es ése mi resumen / y está en él mi epitafio. / Habla mi nada al vivo / y él se asoma a un espejo / que no refleja a nadie.
museo de la academia
Atan sus manos, con un lienzo de hilo / le cubren la cintura; torso de oro, / feliz, hermoso, para quienes miran. / Está flechado el cuerpo, huele a rosas / la sala, está la luz abiert
no es vano andar por el camino incierto
No es vano andar por el camino incierto / de un extraño país, si con la tarde / se acercan las muchachas para verte / pasar, y se enamoran. Oh, tú escoge / la que de hermoso cuerpo llo
nocturno del joven
El hombre, entre los árboles, medita / con pasión sus recuerdos. Le rodean / sombras profundas, silenciosas alas / oscuras, más arriba los viejísimos / astros. Piensa que fue su vida l
oscureciendo el bosque
Toda esta hermosa tarde, de poca luz, / caída sobre los grises bosques de Inglaterra, / es tiempo. / Tiempo que está muriendo / dentro de mis tranquilos ojos, / mezclándose en el tiempo
otoño inglés
No para ver la luz que baja de los cielos, / incierta en estos campos, / sino por ver la luz que, del oscuro centro de la tierra, / a las hojas asciende y las abrasa. / Yo no he salido
palacio del otoño
Hablar de esta ciudad, en la que alojo / mi espíritu y mi cuerpo, / sería hablar de soledad y de pobreza. / Y hay un rumor de viento que levanta, / sin luz, oleadas de luz (fingida vid
plaza en venecia
Es vasta la alegría, / y fresca, y ruidosa; / pero cuando el dolor / abre sus alas, / se agita más la vida. / Cuando nacemos, alguien, / al repartir los dones, / la semilla / del estrago nos d
reencuentro
He bajado del coche / y el olor de azahar, que tenía olvidado, / me invade suave, denso. / He regresado a Elca / y corro, / no sé en qué año estoy / y han salido mis padres de la casa / con
tránsito de la alegría
Sube, cae tu voz, / se mueve el sol, nos besa. / Y en la vida del aire / se renuevan las hojas, / cantan pequeños picos / desde las ramas altas. / Es la luz, es la vida / que se va, la triun
un aire en la terraza
Paseo en la terraza / y es un mayo de sol, de azul / sosiego, de cantos en las ramas / y de súbitos vuelos, / agua que suena en mis oídos / porque cae en el agua, / y hay ancha soledad / en
un rastro de felicidad
En esta hora lívida de primavera, cuando cae la tarde, / después de una reciente lluvia, las flores / brotan en el jardín / claras y misteriosas, / y oigo carreras en la calle, después
una sonrisa en bellagio
Aquella travesía / del lago me incitaba / pensamientos adustos / que iban, desde mis ojos, / a las ramas del bosque / oscuro. Escarpadas / eran las dos riberas, / el cielo aborrascado, / y el
vísperas y memorias
Al hostil corazón se le ha poblado / de designios felices su latir, / en la ajena ciudad donde ahora vive. / He querido volverlo a la memoria / de estaciones pasadas, y una tierra / de f