1.
No digo, no murmuro, no suspiro siquiera tu nombre,
hay dolor en las palabras, hay culpa en el rumor…
Pero la lágrima que ahora arde en mi mejilla puede gritar
los profundos pensamientos que habitan en el silencio de este corazón.
2.
Demasiado breves para nuestra pasión, demasiado largas para nuestro sosiego
fueron aquellas horas: ¿pueden tener fin su alegría o su amargura?
Nos arrepentimos, renunciamos, romperemos nuestra cadena…
—nos separaremos, huiremos— para unirla de nuevo.
3.
¡Oh! ¡Tuya sea la felicidad y sea mía la culpa!
¡Perdóname, adorada mía! Abandóname, si quieres,
pero este corazón que es tuyo morirá sin traicionarte
y nadie podrá doblegarlo… hagas lo que hagas.
4.
Y aunque firme con el soberbio, será humilde contigo
mi alma, que no vacilará ni en los momentos de oscuridad más amarga;
y nuestros días parecerán tan ligeros, y nuestros momentos más dulces,
contigo a mi lado, que con un imperio a nuestros pies.
5.
Un suspiro de tu pena, una mirada de tu amor,
harán que me vaya o me quede, me recompensarán o me condenarán;
y la gente sin corazón se preguntará si me he rendido:
tus labios contestarán, no a ellos, sino a los míos.