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lord byron

dedicatoria de las peregrinaciones de childe harold - a ianthe

Ni en esos climas por donde últimamente he estado vagando,
aunque siempre se han considerado la representación de la Belleza,
ni en esas imaginaciones que muestran al corazón
formas por las que suspira pero que solo puede soñar,
hay nada como tú, ni en la realidad ni en la fantasía.
Y habiéndote visto, tampoco voy a pretender en vano
pintar unos encantos que se multiplican cuando resplandecen…
Para los que no te ven, mis palabras son muy pobres,
y para los que pueden mirarte, ¿qué lenguaje podrían emplear?
¡Ah!, que seas siempre lo que eres ahora,
y no faltes a la promesa de tu primavera,
tan hermosa en tu figura como dulce y pura de corazón:
¡eres la imagen del amor sobre la tierra, sin sus alas,
y más encantadora de lo que nadie podría sospechar!
Y, desde luego, aquella que con tanto amor
cultiva tu juventud, siempre resplandeciente, en ti
contempla el arcoíris de sus años futuros,
ante cuyos colores divinos desaparecen todas las penas.
¡Joven Espíritu Alado de Occidente! Tengo suerte
de que mis años ya doblen a los tuyos,
de que mi mirada desenamorada y mortecina pueda verte
y pueda observar ya sin peligro tu belleza perfecta;
me hace feliz saber que nunca la veré deteriorarse,
y más feliz aún, que mientras corazones más jóvenes lloran,
el mío escapará al destino que tus ojos decreten
para aquellos cuya admiración tenga éxito,
pero [mi felicidad] estará mezclada con las punzadas de las horas más dulces del Amor.
¡Oh!, deja que tu mirada, libre como la de la gacela,
ahora brillante y rebelde, ahora bella y tímida,
que arrebata cuando pasa, que deslumbra donde se posa,
se detenga en esta página, y que no le niegue a mis versos
esa sonrisa por la que mi pecho en vano podría suspirar…
si es que alguna vez pudiera ser yo para ti algo más que un amigo:
concédeme solo eso, querida dama: no preguntes por qué
pido ayuda a alguien tan joven ante este trabajo:
solo concédeme el honor de ese ramillete de lirios sin igual.
Así será como tu nombre con estos mis versos quede entrelazado,
y cuando unos ojos amables quieran dedicar una mirada
a las páginas del Harold, aquí a Ianthe adorada
verán aquí antes de nada y jamás olvidarán;
una vez que mis días estén contados, este homenaje
conseguirá llevar tus dedos de hada hasta la lira
de aquel que te adoró, porque eras la más hermosa,
y eso es todo lo que podría desear mi memoria;
y aunque la Esperanza pueda esperar más, ¿podría la Amistad esperar menos?