Su barro bien puede el griego
moldear hasta hallar la forma;
así el fruto de los dedos
su intenso placer redobla.
Pero son el gozo nuestro
en el Éufrates las manos:
en el líquido elemento
las movemos animados.
Apago el fuego del alma.
Sonará el canto; en las límpidas
manos del poeta, el agua
se tomará diamantina.