PAÍS POEMA

Autores

federico garcía lorca

diálogo del amargo

Campo
Una voz.-
Amargo.
Las adelfas de mi patio.
Corazón de almendra amarga.
Amargo.
(Llegan tres jóvenes con anchos sombreros)
Joven 1.- Vamos a llegar tarde.
Joven 2.- La noche se nos echa encima
Joven 1.- ¿Y ése?
Joven 2.- Viene detrás.
Joven 1.- (En alta voz.)¡Amargo!
Amargo.- (Lejos.)Ya voy.
Joven 2.- (A voces.)¡Amargo!
Amargo.- (Con calma.)¡Ya voy!
(Pausa.)
Joven 1.- ¡Qué hermosos olivares!
Joven 2.- Sí.
(Largo silencio.)
Joven 1.- No me gusta andar de noche.
Joven 2.- Ni a mí tampoco.
Joven 1.- La noche se hizo para dormir.
Joven 2.- Es verdad.
(Ranas y grillos hacen la glorieta del estío andaluz. El Amargo camina con las manos en la cintura.)
Amargo.-
Ay yayayay.
Yo le pregunté a la muerte.
Ay yayayay.
(El grito de su canto pone un acento circunflejo sobre el corazón de los que le han oído.)
Joven 1.- (Desde muy lejos.)¡Amargo!
Joven 2.- (Casi perdido.)¡Amargooo!
(Silencio.)
(El Amargo está solo en medio de la carretera. Entorna sus grandes ojos verdes y se ciñe la chaqueta de pana alrededor del talle. Altas montañas le rodean. Su gran reloj de plata le suena oscuramente en el bolsillo a cada paso.)
(Un Jinete viene galopando por la carretera.)
Jinete..- (Parando el caballo)¡Buenas noches!
Amargo.- A la paz de Dios.
Jinete.- ¿Va usted a Granada?
Amargo.- A Granada voy.
Jinete.- Pues vamos juntos.
Amargo.- Eso parece.
Jinete.- ¿Por qué no monta en la grupa?
Amargo.- Porque no me duelen los pies.
Jinete.- Yo vengo de Málaga.
Amargo.- Bueno.
Jinete.- Allí están mis hermanos.
Amargo.- (Displicente.)¿Cuántos?
Jinete.- Son tres. Venden cuchillos. Ese es el negocio.
Amargo.- De salud les sirva.
Jinete.- De plata y de oro.
Amargo.- Un cuchillo no tiene que ser más que cuchillo.
Jinete.- Se equivoca.
Amargo.- Gracias.
Jinete.- Los cuchillos de oro se van solos al corazón. Los de plata cortan el cuello como una brizna de hierba.
Amargo.- ¿No sirven para partir el pan?
Jinete.- Los hombres parten el pan con las manos.
Amargo.- ¡Es verdad!
(El caballo se inquieta.)
Jinete.- ¡Caballo!
Amargo.- Es la noche.
(El camino ondulante salomoniza la sombra del animal)
Jinete.- ¿Quieres un cuchillo?
Amargo.- No
Jinete.- Mira que te lo regalo.
Amargo.- Pero yo no lo acepto.
Jinete.- No tendrás otra ocasión.
Amargo.- ¿Quién sabe?
Jinete.- Los otros cuchillos no sirven. Los otros cuchillos son blandos y se asustan de la sangre. Los que nosotros vendemos son fríos. ¿Entiendes? Entran buscando el sitio de más calor, y allí se paran.
(El Amargo se calla. Su mano derecha se le enfría como si agarrase un pedazo de oro.)
Jinete.- ¡Qué hermoso cuchillo!
Amargo.- ¿Vale mucho?
Jinete.- Pero ¿no quieres éste?
(Saca un cuchillo de oro. La punta brilla como una llama de candil.)
Amargo.- He dicho que no.
Jinete.- ¡Muchacho, súbete conmigo!
Amargo.- Todavía no estoy cansado.
(El caballo se vuelve a espantar.)
Jinete.- (Tirando de las bridas.)Pero ¡qué caballo este!
Amargo.- Es lo oscuro.
(Pausa.)
Jinete.- Como te iba diciendo, en Málaga están mis tres hermanos. ¡Qué manera de vender cuchillos! En la catedral compraron dos mil para adornar todos los altares y poner una corona a la torre. Muchos barcos escribieron en ellos sus nombres; los pescadores más humildes de la orilla del mar se alumbran de noche con el brillo que despiden sus hojas afiladas.
Amargo.- ¡Es una hermosura!
Jinete.- ¿Quién lo puede negar?
(La noche se espesa como un vino de cien años. La serpiente gorda del Sur abre sus ojos en la madrugada, y hay en los durmientes un deseo infinito de arrojarse por el balcón a la magia perversa del perfume y la lejanía.)
Amargo.- Me parece que hemos perdido el camino.
Jinete..- (Parando el caballo.)¿Sí?
Amargo.- Con la conversación.
Jinete.- ¿No son aquellas las luces de Granada?
Amargo.- No sé.
Jinete.- El mundo es muy grande.
Amargo.- Como que está deshabitado.
Jinete.- Tú lo estás diciendo.
Amargo.- ¡Me da una desesperanza! ¡Ay yayayay!
Jinete.- Porque llegas allí. ¿Qué haces?
Amargo.- ¿Qué hago?
Jinete.- Y si te estás en tu sitio, ¿para qué quieres estar?
Amargo.- ¿Para qué?
Jinete.- Yo monto este caballo y vendo cuchillos, pero si no lo hiciera, ¿qué pasaría?
Amargo.- ¿Qué pasaría?
(Pausa.)
Jinete.- Estamos llegando a Granada.
Amargo.- ¿Es posible?
Jinete.- Mira cómo relumbran los miradores.
Amargo.- Si, ciertamente.
Jinete.- Ahora no te negarás a montar conmigo.
Amargo.- Espera un poco.
Jinete.- ¡Vamos, sube! Sube de prisa. Es necesario llegar antes de que amanezca… Y toma este cuchillo. ¡Te lo regalo!
Amargo.- ¡Ay yayayay!
(El jinete ayuda al Amargo. Los emprenden el camino de Granada. La sierra del fondo se cubre de cicutas y de ortigas)
…oooOOOOOOooo…
Canción de la madre del Amargo
Lo llevan puesto en mi sábana
mis adelfas y mi palma.
Día veintisiete de agosto
con un cuchillito de oro.
La cruz. ¡Y vamos andando!
Era moreno y amargo.
Vecinas, dadme una jarra
de azófar con limonada.
La cruz. No llorad ninguna.
El Amargo está en la luna.