No sé qué me pasa hoy
que huelo a humo y cielo.
Me lavé con jabón lagarto
hasta levantar la piel y ver
todo el dolor que guardaba.
Después me caí en la nieve
y en su tumba de pájaros
se me pegó el olor a silencio,
que es por cierto un olor seco
como de cama sola y hielo.
Se me han agrietado los labios
y en los surcos se quedaron
las pocas certezas que tengo.
Y por si ya faltaba poco
me he quedado sin mechero
para encender el cigarrillo
que acompaña los insomnios,
así que por hoy apago
la luz que no viene del cielo.