I.
A CUPIDO.
En tanto que el hijuelo soberano
De Vénus coje la silvestre rosa,
Una espina enojosa
Lastimó del rapaz la blanca mano.
Corrió llorando por el verde llano
A su madre la Diosa,
Y mostróle la mano lastimada.
Vénus muerta de risa y regocijo,
Limpiándole las lágrimas al hijo,
Díjole: «Hijo, no llores, que no es nada
Mayor castigo hubiera merecido
Mano que tan cruel al mundo ha sido.»
II.
Dejó la venda, el arco y el aljaba
El lascivo rapaz, ¡donosa cosa!
Por cojer una bella mariposa
Que por el aire andaba.
Magdalena la ninfa, que miraba
Su descuido, hurtóle
Las armas y dejóle
En el hermoso prado,
Como á muchacho bobo y descuidado.
Ya de hoy mas no da Amor gloria ni pena:
Que el verdadero Amor es Magdalena.
III.
Decidme; fuente clara,
Hermoso y verde prado,
De várias flores lleno y adornado:
Decidme, alegres árboles, heridos
Del fresco y manso viento.
Calandrias, ruiseñores
En las quejas de Amor entretenidos,
Sombra do yo gocé de algún contento.
¿Dónde está agora aquella que solía
Pisar las flores tiernas y suaves,
Gustar el agua fria?
Murió (¡dolor cruel, amarga hora!)
Árboles, fuente, prado, sombra y aves,
No es tiempo de vivir; queda en buen hora,
Qu’ el alma ha de ir buscando á su pastora.
IV.
Id, suspiros ardientes,
Romped el duro hielo
Que ha derramado el cielo
Sobre aquel corazon empedernido,
Contra quien no ha podido
Lágrimas, ni razon, amor, ni ruego;
Y la nieve insufrible
Convertidla, suspiros, os requiero
En otro tanto fuego;
Pero mirad primero
No os fuerce el hielo en hielo á convertiros
Y si esto no es posible,
Suspiros, ya yo muero;
Ya yo muero, suspiros.
V.
Rasga la venda y mira lo que haces
Rapaz, que en esta edad no es hecho honroso
Romperme el sueño y las antiguas paces;
Desarma el arco, déjame en reposo;
Porque la helada sangre no aprovecha
Ni es dispuesto sujeto
Donde haga su efeto
La venenosa yerba de tu flecha.
Pero si determinas
Con tus armas divinas,
Rompiendo mis entrañas,
Hacerme historiador de tus hazañas,
Ablanda el pecho de este que te priva
De tu imperio y valor con tu dureza
Igual á su belleza;
Si no quieres, Amor, que cuando escriba
Forzado en las cadenas
Cante por tus victorias las agenas.