PAÍS POEMA

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baltasar del alcázar

el trueco

Yo acuerdo, amigo Pacheco,
Vista la fragilidad
Humana y mi tarda edad
Hacer con el mundo un trueco.
Dejar la solicitud
Con que siempre vivo en él,
Hacer del ladron fiel
Y del trabajo quietud.
Dar sus cosas por perdidas;
Sus grandezas, no estimallas;
Sus esperanzas, dejallas
Como vanas y finjidas.
Menospreciar bien pequeño
Como tesoro de duende,
Que cuando menos se entiende
Se desaparece al dueño.
Renovar por lo primero
Mi casa tan maltratada,
Que ha de ser nueva morada
De un nuevo huésped que espero.
Y aderezalla y barrella
Como na quede rincon
Que al huésped le dé ocasion
Para no morar en ella.
Conocer lo que me ha dado:
Que quien á tal acreedor
Se conoce por deudor
No puede ser mal librado.
Ni temo cuando lo haga
Que la deuda se me pida:
Reconocer la partida
Tiene por bastante paga.
Mi amor vano y sin sosiego
Atarle con el de Dios,
Como se haga en los dos
Un perpétuo nudo ciego,
Trabado tan de maestro,
Que ni la espada que pudo
Desatar el frigio nudo
Pueda desatar el nuestro.
Amar á Díos por quien es,
No por interés humano,
Por ser término villano
Que sale al rostro despues.
Y andar siempre con recelo,
Que ha de ser tal si excediere
Lo que al rostro me saliere
Que no me lo cubra pelo.
Temerle, y no de cobarde,
Sino de un amor perfeto,
Padre de un justo respeto
Que quiere que se le guarde
Y guardársele de suerte,
Que primero que quebrante
Punto dé la fama, cante
Mi triste y mísera muerte.
Buscar lágrimas dé vida,
Que tengan fuerza y valor
Para templar el rigor
De la justicia ofendida.
Lágrimas proporcionadas
A las culpas cometidas,
En el alma producidas,
Por los ojos derramadas.
Pedir perdon de mi yerro,
Y, alcanzado del jüez,
No volver segunda vez
Al vómito, como el perro.
Por mejor aviso hallo
Qu’ es desterrar la ocasion
De poder pedir perdon,
Que pedillo y alcanzallo.
Despreciar promesas dadas,
Que se suelen quebrantar,
Y poner en su lugar
Promesas no quebrantadas.
Ejercitar la paciencia,
Qu’ es padecer y sufrir,
Y aprender á bien morir
Qu’ es la verdadera ciencia.
Dar al mundo fin y quito
De sus placeres y enojos,
Sin revolver mas los ojos
Sobre las ollas de Egito.
Ni tratar de cosa alguna,
De lo que me dió cuidado,
Por haber fuerza trocado
Con otra mejor fortuna.
Desamparar los amigos
Que franquean la conciencia,
Frecuentar la penitencia,
Si es posible, sin testigos.
Aunque hacella en la plaza
Por camino extraordinario,
Si el ejemplo es necesario,
Suele ser prudente traza.
Sacudir la burlería
De la estimacion humana,
Pues por ella no se allana
La humildad, como debría.
Abrazar la caridad,
Que, sobre ser don divino,
Es de dudoso camino
La escolta y seguridad.
Procurar al ofendido
Satisfacelle su ofensa:
No tome Dios la defensa
Del agravio recibido
Porque es amparo y abrigo
Del que con razon se duele,
Y para enemigo suele
Ser peligroso enemigo.
Humillar el corazon
Tan áspero de humillar.
Por el peligro de dar
Coces contra el aguijon.
Y esperar, cuando esto haga,
Paga del cielo en contado,
Qu’ al corazon humillado
Se sigue cielo por paga.
Trances de ciego placer,
Dar con ellos al traves
Por lo que ha de ser despues,
Que sé bien lo que ha de ser.
Aprender á no hablar
Todo el tiempo que conviene;
Y á hablar, si acaso viene
La ocasion de no callar.
El caudal que se me ha dado
Procurar de mejoralle,
Como á la cuenta lo halle
Quien me lo dió, mejorado.
Y entender que lo adquirido
El mismo Dios lo granjea,
Porque llamado no sea
Siervo desagradecido.
Poner freno á la viciosa
Libertad, cerrera bestia,
Con la contraria modestia,
Virtud clara y generosa.
Si la promesa de hecho
Nos tuerce el paso y despeña,
La segunda nos enseña
Cuál camino es el derecho.
Seguir consejos leales
Con humildad y cordura,
Y asi de parte sigura
Mirar los ajenos males.
Y alegrarme, no de vellos
A ninguno padecer,
Que fuera injusto placer,
Sino de verme sin ellos.
Tratar mi conversacion
Como san Pablo en el cielo,
Despreciando lo del suelo
Como de vil condicion.
Buscar divinos favores,
Invocando á los privados
Que tiene Dios á sus lados
Por piadosos valedores.
Vivir siempre con cuidado
De ajustarme, con aquel
Que me fué señor fiel,
En serle fiel criado.
Y detestar la malicia,
Que inclina mi voluntad
Á negarle la lealtad
Que le debo de justicia.
Pedir por camino liso,
Sin prosperidad ni aumento,
Á un ajustado contento
Con lo que Dios darme quiso.
Porque, si como lo creo,
Proporciona esta medida,
Nunca fué tan rico Mida,
Pues tendré cuanto deseo.
Prestalle á Dios en el pobre
Del préstamo asegurado,
Que á mil por ciento aumentado
Y al plazo puesto lo cobre.
Y lo que prestado doy.
No pedillo hasta el dia
Que vea libre l’alma mia
D’este destierro en que estoy.
Tratar á todos verdad
Y aborrecer la mentira,
Matar con valor la ira,
Tenga ó no dificultad.
Asaz poder se me dió
Para salir con victoria:
No ha de usurparme esta gloria
Quien puede menos que yo.
Pedille á Dios no mas vida,
Ni salud que ahora poseo;
Porque descubre un deseo
De suspender la partida,
Sino sólo pasaporte,
Que es el socorro eficaz,
Para caminar en paz
Hasta llegar á su córte.
Estas cosas en sustancia
Son las que trocar pretendo,
Y otras que, por lo que entiendo,
Darán cierta la ganancia.
Dadme parecer en ésto:
Porque voy con prosupuesto
Que, si os pareciere á vos,
Qu’ el mundo se quede á Dios,
Ponello por obra presto.