Al soneto, vecinos, al malvado,
Al sacrilego, al loco, al sedicioso,
Revolvedor de caldos, mentiroso,
Afrentoso al Señor que lo ha criado.
Atadle bien los piés, como el taimado
No juegue d’ellos, pues será forzoso,
Que el sosiego del mundo y el reposo
Vuelva en un triste y miserable estado.
Quemadlo vivo; muera esta zizaña,
Y sus cenizas Euro las derrame
Donde perezcan al rigor del cielo!
Esto dijo el honor de nuestra España
Viendo un soneto de discurso infame,
Pero valióle poco su buen celo.