Este alcázar soberano,
Donde estableció su asiento
El más alto entendimiento
Que cupo en sugeto humano,
Es el que por justa ley
Fama puso en su registro,
Como á famoso ministro
De su pátria y de su Rey.
Tuvo la facundia y copia
Del Griego tan celebrada,
No con estudio alcanzada,
Sino natural y propia.
En toda dificultad
Fué de celestial consejo;
Sus acciones, luz y espejo
D’ esta nuestra ciega edad.
En suma, quanto en él hallo
De prudencia y de valor
Pudo envidiarse mejor,
Que mortal hombre imitallo.
Cumplió la fatal medida
De sus años, y la cuenta
Puntualmente á los setenta
De su jenerosa vida.
Fuese al cielo, y trocó á gloria
Todo este mundano trato:
Quedó su antiguo retrato,
Qu’ eternice su memoria.
Hecho este felize trueco,
Dió al retrato nueva luz
Protójenes andaluz,
Por otro nombre Pacheco.