Si el llanto, Febo, á tu deidad indino,
que los desiertos Thésalos oian,
si los ojos de Amor que te hazian
quedar en este mundo por vezino;
Si los rubios cabellos de oro fino,
que con el fresco viento se esparzían,
si aquellas blancas manos que tenian
presa tu libertad, siendo divino;
Está ya oscurecido en tu memoria,
ó por el tiempo ó grave inconveniente:
vuelve á la vida tu amorosa historia;
Y honra de oi mas tu láuro eternamente,
pues le vemos ceñir con nueva gloria
del gran Cetina la ingeniosa frente.