Púsole en punto qu’ el juizio humano
no halló que oponelle, mas en esto
el satírico Dios tomó la mano.
Descubrió, por defeto, qu’ el supuesto
era incapaz, por ser de tierra estraña,
de tanto bien de amor en el impuesto.
Que debiera el Autor desta hazaña
fundarla en un espíritu de aquellos
que suele producir la rica España:
Que como en Flegra se an hallado entr’ellos
Ingénios, qu’ en el cielo an pretendido
cometer á los Dioses, y vencellos,
Vióse Amor con razon reprehendido,
i quiso deshazello, si del Hado
Inevitable, fuera permitido.
Mas para reparar el tiro herrado,
(que mal pudo acertar el qu’era ciego)
al divino Moxquera dió el cuidado.
Con blando imperio, le mandó que luego
sacase de la tierra, qu’ el Egeo,
i el Ionio ciñen, al amante Griego.
I assi le traxo á dó el común desseo
obedece á Filipo floreciente,
del Gaditano templo al Pirineo,
A la parte do baña la corriente
del Bétis, con ruido deleitoso
la más felice tierra de Occidente.
Dióle d’ España el ademan airoso,
la gravedad, costumbres, nombre y traje,
tanto puede un discurso artificioso.
Mostróle el fértilísimo lenguaie;
dexóle un Español tan apurado
que Amor se juzgó libre del ultraje.
(O roxo Cintio) si el rapaz airado
hirió tu corazon con flecha de oro
trocado en Dafne este metal sagrado,
Ciñe de oi más, con tu virgíneo coro
de Moxquera la frente ingeniosa
con las hojas que guardas por tesoro.
El te alcançó de Amor vengança onrosa,
Amor por él confiessa que la gloria
de tu deidad le á sido provechosa.
I el trofeo será desta vitoria
cuanto durare la lumbrosa esfera
Eliocriso Español, con la memoria
fixada en él, del Vándalo Mosquera.