PAÍS POEMA

Autores

baltasar del alcázar

á una doña maría

Señora doña María,
L’ alma mia
Considerando su pena,
Y á vos que sois quien la ordena
La tiene por grangería.
Y así ofrezco
Por la que por padezco
Cuánto bien me ha dado Dios
Que el padecella por vos
Es premio que no merezco.
Al fuego en que así me quemo
No le temo;
Porque me mostráis vos luego
Que lo quereis; y así el fuego
Viene á templar el extremo,
Con tal tiento,
Que recibo y cobro aliento,
Y quedo en un punto tal,
Qu’ es el calor natural
Con que la vida sustento.
Y aunque por ley especial
Es igual
El bien al mal que padezco,
Solo el mal os agradezco,
Qu’ el bien es fruto del mal,
Al penar
Se sigue gloria sin par;
Tan precisa y tan forzosa,
Que no quedais poderosa
Para podella estorbar.
En la pena que me veo,
Me recreo.
Una ley parece extraña
Estimar lo que me daña,
Con mi alma y mi deseo.
Tanto puede
El bien que al daño sucede,
Que estimándose este bien
Ha de estimarse tambien
El mal de donde procede.
No hay descanso si no es veros
Y quereros.
Quien en lo contrario piensa
Determina vuestra ofensa,
Y es dañoso el ofenderos.
No me engaño
Qu’ el que huye como extraño.
De vuestra jurisdicción,
Descubre su sinrazon,
Y pronostica su daño.
¿A quién pudo dar amor
Bien mayor
Que á los ojos con que os veo,
Autores de aquel deseo
Que de mi mal es autor?
Y así han hecho
Un fuego ardiente en mi pecho,
Que consumió como diestro
Todo lo que no era vuestro,
Como cosa sin provecho.
Y así mi alma, señora,
Que os adora,
Ha venido á conocer
Cuánto le está mejor ser
Vencida que vencedora.
Y en prisión
Donde ella y el corazon,
Perdida la libertad,
Viven á su voluntad
Sin saber de la razon.