Coge un destello
de sus ojos, una chispa
del confín de los días y los vientos.
De las islas de la lluvia, de sus manos,
coge su propia forma,
y crea la mañana.
Lo conozco: la profecía de los mares
lleva en los ojos,
me ha nombrado historia, y poema
que el lugar deja limpio.
Lo conozco: me ha nombrado diluvio.