Caen las estrellas sobre mis hombros,
y en su caída encienden el cielo
y me incendian a mí.
Cuando escucho a las mareas,
todas pronuncian tu nombre,
con cada golpe a las rocas
cantan lo bella que eres.
En cien mil años de vida
nunca jamás he podido besarte,
ni marcharme de tu lado,
ni quererte un poco menos,
ni olvidarte.